lunes, 28 de junio de 2021

Hace tiempo: Juntos en Mendoza. Rodolfo Suarez, Mauricio Macri, Alfredo Cornejo y Omar De Marchi.

 

Unidos o dominados: los partidos forcejean por su armado electoral

Con dificultades, cada espacio pugna por las candidaturas con vistas a las PASO.


La cena que mantuvieron con Mauricio Macri, Alfredo Cornejo, Omar De Marchi y el gobernador Rodolfo Suarez, marca el rumbo de lo que necesita Cambia Mendoza. Mantener la coalición con el PRO y las otras agrupaciones que dan vitalidad al espacio gobernante resulta clave para sostener un éxito electoral sin contratiempos.

Más allá de terceros en discordia, se aguarda en Mendoza una polarización con el Frente de Todos, que mantiene su competitividad basada en la armonía interna, sin discutir el liderazgo de Anabel Fernández Sagasti.

Lo que resta para el principal espacio opositor es trabajar la sintonía fina con vistas a la decantación de las listas sabiendo que hay dos tiempos electorales, el que se avecina con las PASO y las generales, y el que define Gobierno en el 2023. En ésta, o más todavía en la próxima instancia, hay que abrir espacios para los jefes comunales con peso territorial que no podrán ser reelectos.

Algo similar ocurre en el oficialismo, que tiene aspiraciones ciertas de seguir gobernando por otro nuevo mandato. Pero hoy lo que más lo ocupa no son eventuales disputas al interior del radicalismo, sino cómo sostener a todas las agrupaciones que conforman Cambia Mendoza para no perder vigor competitivo.

 Su principal motivación es no atenuar la polarización frente a un peronismo aglutinado en sus diferentes vertientes. Por el contrario, deshilachar la oferta electoral le significaría sacrificar votos.

 El peor escenario para el oficialismo local sería un portazo de Omar De Marchi, quien quiere hacer valer su peso real y el del PRO mendocino para continuar dentro del espacio y no competir por afuera.

 Llevando agua para el molino de la coalición gobernante, el espacio Liberales por Mendoza, que integran Republicanos Unidos, el partido Demócrata Progresista y la línea Propuesta Participativa del PRO, pide sumar dirigentes de la producción y empresarios con la idea de integrar los cuerpos legislativos y Concejos Deliberantes. Nada está resuelto todavía mientras corren los días hacia el cronograma electoral.

El Cambio de Todos, Juntos por el Frente

El gobierno empezó a definir su estrategia de campaña que tendrá como base principal la necesidad de sostener la unidad interna, pese a las tensiones que afloran en las prioridades de cada sector y las diferencias ideológicas que se confrontan en cuestiones como el diseño económico.

Uno de los desafíos del oficialismo será articular los intereses del cristinismo, con el massismo y el albertismo debilitado, quien tiene sobre sus espaldas la gestión del día a día. Todas las facturas pendientes entre unos y otros deberán posponerse para el día después.

 Las encuestas marcan una creciente disconformidad con la marcha del gobierno, lo que no necesariamente sería plenamente capitalizado por Juntos por el Cambio que hoy está ofreciendo un desconcierto de pujas por encabezar las listas en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires. El peor espectáculo lo está ofreciendo el PRO, con una lucha intestina por el liderazgo menguado de Mauricio Macri, que ya está en tiempo de descuento después del fracaso de su gobierno.

 Desde los otros espacios de la coalición opositora poco pueden hacer por ordenar al PRO, pero le piden respeto y reconocimiento hacia sus partidos con vistas al escenario electoral. Mientras tanto, el radicalismo, con el protagonismo de Alfedo Cornejo como presidente del partido, busca tallar fuerte en la contienda del principal distrito donde viene trabajando la potencial candidatura disruptiva del científico Facundo Manes.

Con o sin listas únicas en las PASO, los principales dirigentes del arco opositor saben que mostrarse unidos es una condición indispensable para dar la pelea, sin embargo, para varios de ellos la pulsión por las ambiciones personales hoy es más fuerte que el proyecto de cambio.

La consigna del republicanismo enfrentando al populismo kirchnerista está lejos de cuajar en los votantes si la oposición no logra mostrar que su prioridad está centrada en las necesidades de la población, con propuestas claras y concretas, y no en el ombligo de sus dirigentes.

 

En tanto, en el oficialismo se vislumbra que más que un proyecto de gobierno, lo que los une es una necesidad de poder. Por eso, se nota la capacidad de adaptar las metas sobre la marcha sin la guía de un plan preconcebido. Ese pragmatismo se transparenta en el plano económico o en la concesión a gremios, como el de Moyano, de acuerdos paritarios que pulverizan tempranamente el presupuesto votado.

 Todo lo que sirva para sumar votos, tanto en lo discursivo como en las medidas a tomar, forma parte de la batería de acciones de un gobierno que tiene como principal objetivo volver a ganar en la provincia de Buenos Aires y mantener una composición en el Congreso que garanticen las reformas de Cristina.

 Como principal herramienta electoral, el Frente de Todos posee el Estado, una fuente generadora de recursos con vistas a una elección. La debilidad es que su gobierno está muy por debajo de las expectativas de los votantes que lo llevaron al poder.

 Sin embargo, una nueva oportunidad de rehacerse le puede llegar al oficialismo de la mano de una oposición que por torpezas propias no lograría convertirse en una amenaza real.

 

 

 

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