Mendoza no es ejemplo de nada, los escándalos son callados por la prensa a cambio de pauta oficial
Alfredo Cornejo junto a
Rofoldo Suarez/Prensa gobierno Mendoza
Muchos creen que Mendoza es
un ejemplo de republicanismo. Sencillamente porque en su Constitución
no se permite la reelección del gobernador y porque, cada tanto, la Justicia
dicta una sentencia “ejemplar”.
Tal el caso de lo ocurrido hace
unas semanas respecto del exintendente de Guaymallén, Luis Lobos, a
quien le fueron confiscados algunos bienes en el contexto de la figura de
la “extinción de dominio”.
Son buenas noticias, ciertamente,
pero ello no significa que la provincia sea ejemplo de nada. De
hecho, en Mendoza ocurren severos hechos de corrupción que no son registrados
por los principales medios.
No implica que no
sucedan, solo denota la eficacia del gobierno de turno —en este caso el de
Rodolfo Suarez— a la hora de silenciar los escándalos.
En Mendoza existe
un elocuente “aparato” de manejo de medios de comunicación cuyo
apalancamiento radica en la pauta publicitaria. Más que millonaria.
La han aplicado los diferentes
gobiernos, peronistas y radicales, pero la terminó de aceitar Alfredo
Cornejo, cuando pasó por la gobernación de la provincia.
No sin escándalo. Porque se ha
montado en Mendoza un sistema de “retornos” millonarios que llenaron los
bolsillos de exfuncionarios y empresarios de medios por igual. Es una
trama que, el día que se revele, llevará a más de uno tras las rejas.
A su vez, gracias al mismo
mecanismo, el gobierno no permite que se publique nada que complique la gestión
de Suarez. Ni siquiera cuestiones triviales, como las fiestas
clandestinas a las que convoca su propia hija en redes sociales.
Ni siquiera el enorme
endeudamiento que ha “regalado” Cornejo durante su gestión,
que puede verse en los siguientes gráficos:
Son los que levantan el
teléfono cada vez que algún periodista publica alguna información que
inquieta al mandatario de turno.
De todos modos, son contadas las
veces que esto sucede, porque los medios ya saben de antemano qué es lo que no
tienen que decir. Ergo, ejercen su propia autocensura.
Por eso, por más que se busque en
los buscadores de internet, jamás se encontrará información lesiva sobre
Cornejo o Suarez. Como en su momento tampoco la había respecto de los
gobernadores peronistas Celso Jaque o Francisco “Paco” Pérez.
Ese silencio es lo que define a
los medios de Mendoza. Permitiendo que, desde otros lugares del país, se crea
que no hay hechos de corrupción en la provincia. Apenas una ilusión.
Mientras exista la “pauta-dependencia” por
parte de la prensa mendocina, ello no cambiará jamás. Lamentablemente.
Es bien cierto que en la mayoría
de los medios en los que supe trabajar arrancaron con independencia, pero
también es cierto que se fueron corrompiendo al paso de los años.
Es una “lógica” que jamás
entenderé. Porque en lugar de aprovechar y diferenciarse de los demás,
creciendo en cantidad de lectores e influencia, prefieren dispararse
en sus propios pies.
Ello explica por qué cada vez más
personas eligen informarse a través de las redes sociales. Con todo
lo que ello implica, porque allí las fake news conviven con noticias
verificadas. Sin que nadie se tome el trabajo de diferenciar unas
de las otras.
Hay, sí, quienes siguen leyendo
los medios tradicionales (que son cada vez menos). Porque creen que se están
informando. Pero es solo una “sensación”, como diría el kirchnerismo. Confunden
entretenimiento con información. Como si fuera lo mismo.
A lo mejor tenía razón el
colega Abbott Liebling cuando sostuvo, allá lejos y hace
tiempo, que “la gente generalmente confunde lo que lee en los
periódicos con las noticias”.
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